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viernes, agosto 31, 2007

Diario: Ideal Jueves 26 de julio de 2007

IDEAL
Provincia
La última cerda libre
Iluminada Rocío, una marrana que vive a sus anchas por Alamedilla, ha provocado un cisma en el pueblo entre sus defensores y los que desean que se vaya
TEXTO Y FOTOS:/JOSÉ ENRIQUE CABRERO / ALAMEDILLA



AMIGO Lope de Vega y Carpio, desapareciste antes de tiempo. Hay una cerda en Granada que te hubiera gustado conocer. A ella y a todos los que la rodean, claro. En Alamedilla, un pequeño pueblo de no más de 900 habitantes a orillas de Jaén, hay una ilustre historia que, sin duda, renacería al fénix de los ingenios de cualquier dramaturgo e inauguraría, por segunda vez, un siglo de oro en la literatura española.

Así reza la leyenda: «Cada 17 de enero un nuevo marrano se alzará como ofrenda a San Antón, el patrón de Alamedilla, convirtiéndose en el nuevo rey que campará a sus anchas por el pueblo, siendo el pueblo, y no otro particular, el encargado de alimentar y cebar al gorrino hasta que, convertido este en un estupendo saco de buenos sabores, sea rifado en la iglesia con el único objetivo de sacar 1000 pesetas por paleta. Recompensa gloriosa que curas y monjas destinarán a lo que Dios les de a entender».

Los más ávidos y hábiles lectores ya se habrán percatado de que lo de 'las 1000 pesetas' no suena muy moderno. Efectivamente, esta tradición milenaria se perdió hace bastantes años -cantidad que varía según el vecino- cayendo en el olvido de muchos y en la memoria de todos. Es entonces cuando entra en escena José Ortega, ex alcalde de Alamedilla, que hace siete meses decidió que era hora de recuperar viejas costumbres y otorgó al pueblo y a San Antón a la elegida: la más pequeña, guapa, inteligente, dulce, cariñosa, responsable, amigable y generosa cerda que haya visto el municipio. Su nombre: 'Iluminada Rocío'.

Al principio nadie tenía queja de que Lumi (como la llaman cariñosamente) estuviera danzando por las calles de Alamedilla. Sin embargo, obvios caprichos de la naturaleza, ahora pesa más de 100 kilos y la alcaldesa, Inmaculada Marruecos, ha decidido que «está provocando demasiados desperfectos: gomas de riego agujereadas, rosales machacados, todo tipo de destrozos, el olor, la suciedad » Lo que hizo que escribiera una carta a José Ortega el pasado martes día 24, en la que le daba un ultimátum: «Se debe proceder a la retirada de la vía pública del cerdo ( ) De no darse respuesta en un plazo de tres días, el Ayuntamiento dará al animal el destino más conveniente». Así pues, el pueblo está dividido, los de Ortega, amantes de Lumi que acusan a Marruecos de que se trata de «un acto político para que nadie recuerde al ex alcalde»; y los de Marruecos, que quieren más orden, menos heces y ningún olor. ¿Es o no es una gran historia, Lope?

Gruñidos

Todas las mañanas Lumi gruñe en la puerta de las casas en las que sabe que va a haber comida -que la naturaleza también es sabia-. Petronila Jerez habla con ella de tú a tú: «Rocío, espera en la puerta que te saco agua y garbanzos», le dice a la marrana y ella, muy obediente, se queda clavada en la puerta esperando el festín. «Le falta ná más que hablar». Petronila asegura que «es del pueblo, una promesa a San Antón, y la debemos cuidar entre todos, debe ser alimentada por el pueblo». Amparo cree que esta campaña de acoso y derribo contra «la pobre marrana» no tiene sentido: «Hay perros y caballos que dejan sus 'majás' y nadie dice nada. Ahora nos molesta todo, ¿qué delicaos que somos!"». Juan dice que a él, del cerdo, le gustan «hasta los andares», y Pepeluz apunta que, «después de todo, los beneficios del cerdo son para quién más los necesite, así que ganamos todos». Ahora, que todos están de acuerdo con una cosa: hay más suciedad. «El único problema es que caga en la calle, pero como no es el Ayuntamiento el que limpia, sino que es cada vecino el que barre la puerta de su casa no hay más problema», detalla Josefa, a lo que María termina de completar: «Pero que cagar cagamos todos, qué le vamos a hacer».

Por otro lado, R. G. acaba de llegar de Barcelona y no se lo termina de creer. «Esto no se ve por ahí», dice mientras señala la suciedad que deja el cerdo en la calle. José está trabajando en su jardín y asegura que tiene que echar diariamente a Lumi de sus plantas, y que «está rompiendo gomas de riego y todo lo que se pone a su paso, ¿quién paga esto ahora? Hay que darle una solución ya», enfatiza. Incluso Luis, un niño de 10 años, al que le cae «muy bien» la marrana cree que «se está pasando un pelín porque ensucia mucho los coches». Sea como sea, ahora sólo queda esperar. Por su parte, los amantes de la cerda están dispuestos a hacer lo que sea necesario para que Alamedilla siga siendo su hogar. El desenlace está por escribirse.

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