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domingo, junio 15, 2008

350 condenadas en Guadahortuna

350 condenadas en Guadahortuna
Los vecinos piden que se trasplanten a otro lugar decenas de encinas de alto valor ecológico que serán taladas para construir la nueva carretera a Iznalloz
15.06.08 -
ROSARIO UTRILLA


Gran parte de la riqueza paisajística y vegetal que se encuentra junto al trazado de la nueva carretera entre Guadahortuna e Iznalloz, puede perderse para siempre. Más de 350 encinas, muchas de ellas centenarias podrían ser taladas para la construcción de la carretera, y parajes considerados como únicos, con vegetación y fauna de dehesa, desaparecerán para siempre. Vecinos y representantes políticos de la zona han hecho un llamamiento para la conservación de esta riqueza natural. La Comarca de los Montes Orientales lleva años quejándose del mal estado de sus carreteras que son estrechas, llenas de curvas y mal asfaltadas, lo que dificulta tanto la comunicación entre los municipios que la componen, como su acercamiento a la capital o a la Autovía. Los vecinos de Guadahortuna van a ver solventado este problema con el acondicionamiento de la A-323, Tramo Guadahortuna-Iznalloz dentro del Plan Más Cerca, cofinanciado entre la Junta de Andalucía y la Unión Europea por medio de fondos FEDER, con una inversión de 13,8 millones de euros.El trazado de este tramo transcurre, como es de imaginar, entre un paisaje típico de monte donde abundan enormes pinos, quejigos y encinas, entre ellas 315 catalogadas, y otras muchas centenarias.El Alcalde de Guadahortuna, Juan José Maza, de IU, cree que este paisaje podría perderse para siempre. «La Consejería de Medioambiente tiene un protocolo de actuación a seguir cuando hay encinas de un único pie y más de 20 años, a un lado o a ambos lados de la carretera. Deben ser transplantadas mediante escayolado a un vivero o junto a la carretera». El problema que ve Juan José es que muchas de esas encinas se pueden perder, ya que tras el transplante no van a tener los cuidados que necesitan.La propuesta del alcalde es que esas encinas, que son patrimonio de los habitantes actuales del pueblo, pero también lo fueron del pasado y pueden ser del futuro, sean transplantadas en una zona verde propiedad del Ayuntamiento. «Se trata de un terreno de 4.500 metros cuadrados y otra zona aledaña de 3.500, que se pondría a disposición de la Junta, además de todos los cuidados de agua, abono y poda que las encinas necesiten tras su transplante», dice Juan José. Cubrirían así un doble objetivo, porque los árboles estarían cuidados y el pueblo recuperaría una de las zonas más deprimidas de la localidad, que al estar en la parte alta cuenta con unas vistas excelentes al pueblo y todo el paisaje típico de la zona.Desde allí destaca su vista de la iglesia del siglo XVI, de estilo renacentista, con artesonado mudéjar y cuya portada de la Sacristía es de Siego de Siloe. Hasta donde alcanza la vista hay un valle atravesado por un río entre alamedas y montes. La propuesta del alcalde es hacer allí un mirador para que vecinos y visitantes puedan disfrutar de esta zona de esparcimiento.MayoresPara estos pueblos el monte es muy importante y su modo de vida durante muchos años. «Esto ha cambiado mucho», dice Carlos Pérez de 74 años, ahora sólo hay chaparras sueltas, cuando nosotros éramos chicos llegaban hasta el mismo pueblo». Según cuentan los mayores, estas encinas daban madera para hacer los carros, leña para el invierno y carbón. El monte tenía mucha vida y se cuidaba solo porque había muchos animales, piaras de ovejas o cabras, marranos que se llevaban a comer bellotas y abundante caza. «Pero claro antes nadie arrancaba una chaparra», comenta Tomás Baza de 79 años. Había alamedas y agua por todos sitios, ahora hasta las fuentes se han perdido, las mujeres lavaban al pie del mismo río. «Una vez cortaron una que dio nueve remolques de leña».La zona que más encinas posee es la conocida como Las Latas y los cortijos El Navazuelo, El encinar, Fistel y Las Encebras, donde han hecho un restaurante y una reserva cinegética. Tomás Benavides de 73 años comenta como poco a poco las chaparras fueron desapareciendo «para meter la tierra en labor y ahora hay olivos o tierra calma que se siembra de cereal».

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