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miércoles, agosto 13, 2008

La provincia sigue en la cola

TRIBUNA
Diputación de Granada: la provincia sigue en la cola
13.08.08 -
JOSÉ TORRENTE GARCÍA

CUANDO el Presidente de la Diputación Provincial de Granada tomó posesión de su cargo por primera vez, allá por el año 2003, en su discurso de entrada al cargo nos dijo a todos los allí presentes, y por ende a todos los granadinos, que su gran prioridad sería corregir los desequilibrios existentes entre las comarcas del interior de nuestra provincia y las de la Costa/Área Metropolitana. Hoy, cinco años después de aquel deseo expreso, la solución de los problemas desequilibrantes de los índices medios de calidad de vida ha ido a peor, y las diferencias en los servicios que reciben los granadinos que habitan en la Costa de Granada/Área Metropolitana y los de la Alpujarra, Altiplano, Montes Orientales u Occidentales, Marquesado o Guadix, siguen siendo bastante distantes, lo cual provoca, entre otras cosas, que el nivel medio de renta per cápita entre un vecino de Cájar y otro de Castillejar ó Jorairatar sea de más de 15.000 euros de diferencia.Las competencias políticas y económicas del ayuntamiento de ayuntamientos (como les gusta definir a la diputación los más rancios del lugar), dan de sí lo suficiente para que, no sólo en los últimos cinco años, sino en los más de 28 de constitución de los ayuntamientos democráticos, esos datos hubieran tenido respuesta política contundente por parte del hegemónico PSOE de nuestra tierra. Que no se nos olvide que el señor presidente de la Diputación maneja más de 123 millones de euros de presupuesto al año. La propaganda del señor Martínez Caler no ha desmerecido la estrategia socialista en Andalucía, de tal manera que cuando hay un problema de falta de buenas comunicaciones entre los pueblos de Granada, o de falta de redes de abastecimiento urbano, saneamiento o depuración, se invierta más de 1.000.000 de euros al año en publicitar lo bien que estamos con la gestión socialista, en vez de cambiar las tornas e invertir un dinero superfluamente gastado en bonificar la imagen personal del señor presidente y en aleccionar a los futuros votantes.De ahí viene la machacona tozudez del sr. Martínez Caler en 'vendernos' la bondad de una concertación que nadie pidió, pero que una vez hecha, se corta a medida de los representantes políticos de su partido, acercando las inversiones a la época electoral o aumentado los importes de las subvenciones no finalistas a éstos, tejiendo con ello una gran tela de araña provincial que le permitan a él, y al patrón que lo colocó, Álvarez de la Chica, seguir gozando de le hegemonía política en el liderazgo de su partido. Si el sr. Martínez Caler fuera sensible con las rentas más bajas, y además, tuviera afán de acabar con los desequilibrios existentes entre granadinos, sus esfuerzos principales habrían estado dedicados a resolver las carencias de acceso a la energía eléctrica de muchos granadinos del Norte de la provincia, o de la Alpujarra, a acabar con el problema de la falta de depuración de aguas, o de falta de una simple red de saneamiento, que termine con los problemas de vertidos a fosas sépticas medievales, antiecológicas y poco higiénicas. Si el sr. Martínez Caler fuera sensible con la problemática municipal, habría reivindicado ya un aumento de los fondos de suficiencia financiera de los ayuntamientos en sus visitas al sr. Chaves, porque la autonomía municipal no es tal si no se dispone de financiación suficiente para sus fines. Él, en vez de exigir, se plega al discurso oficial de su partido, intentando con ello no desmerecer a los jefes de su parroquia progre y no afear al presidente Chaves, como sí ha hecho con Zapatero su compañero de partido el sr. Montilla. Pero el papel de comparsa de esta actitud poco reivindicativa, le ha tocado jugarlo a IU, quien llevaba veinte años reivindicando mejoras en la vida de los granadinos desde la Diputación, y hoy, que cogobiernan con el PSOE, no sólo aplauden los desmanes muy poco socialistas del sr. Martínez Caler, sino que silencian sus desplantes, ignoran a la calle que los aupó al lugar que hoy ocupan, y circulan en un coche oficial que, para colmo, lo conduce otro.

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