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jueves, mayo 15, 2008

EL MAPA DE LOS JESUITAS, LA MEJOR IMAGEN TOPOGRÁFICA DEL REINO DE GRANADA







EL MAPA DE LOS JESUITAS, LA MEJOR IMAGEN TOPOGRÁFICA DEL REINO DE GRANADA

Mayo de 2008
Mario Ruiz Morales - Ingeniero Geógrafo del Estado - Universidad de Granada

RESUMEN El antiguo Reino de Granada fue una de las regiones de España más profusamente representada. A las imágenes renacentistas, con evidentes influencias tolemaicas, le siguieron numerosos ejemplos hasta llegar, en las postrimerías del siglo XVIII, a los mapas de Tomás López. En esta breve aproximación se hace mayor hincapié en uno de esos ejemplos, que sirvió de base al cartógrafo madrileño, y que fue realizado en el prestigioso y ya desaparecido Colegio Imperial de los Jesuitas.Las imágenes cartográficas del territorio solamente son topográficas, o geodésicas, cuando son fruto de levantamientos geométricos realizados en el campo. Las primeras representaciones globales de ese tipo empezaron a proliferar ya entrado el Renacimiento, gracias a la continuada medición de ángulos, distancias y superficies con una certidumbre aceptable. Sin embargo la mayoría de los mapas de esa época, y de los siglos posteriores, no deben ser considerados topográficos ya que en su obtención primaron criterios poco matemáticos: encuestas, recopilación y copias, obviando generalmente la realización de medidas sobre el terreno.
Uno de los ejemplos que pude ser paradigmático es el del dibujo del Reino de Granada, una de las regiones españolas que ha sido más representada en la historia de la cartografía. En las primeras muestras se aprecia todavía la influencia de los controvertidos modelos cartográficos atribuidos a Claudio Tolomeo. Algunos mapas de ese grupo llegan incluso a localizar el núcleo urbano de Iliberis, incluido por el sabio egipcio en su celebrada Geografía, con las coordenadas siguientes: 37º 40´ de latitud y 11º de longitud, con relación a las Islas Canarias (llamadas por él afortunadas). Contemporáneos de ellos fueron las dos primeras imágenes cartográficas del Reino realizadas con criterios que pueden entenderse como topográficos. La más antigua forma parte del Atlas del Escorial, que al parecer es la representación gráfica de los levantamientos efectuados por Esquivel a instancias de Felipe II; un mapa de evidente interés histórico aunque primase la planimetría sobre la altimetría. El segundo ejemplo es un mapa de gran colorido realizado por Texeira y dedicado al rey Felipe IV, en este caso es el relieve el protagonista aunque se pretendiera simbolizar mediante una abusiva serie de perfiles abatidos.





Los mapas del reino de Granada continuaron apareciendo sin interrupción hasta finales del siglo XVIII, siendo destacables los de las escuelas holandesa y francesa, así como los dos que publicó Tomás López en los años 1761 y 1795, aunque en estos dos últimos la componente geométrica brillase por su ausencia. A pesar del innegable valor de los mapas del cartógrafo madrileño, es del todo punto incuestionable su falta de rigor matemático. Una prueba harto elocuente es la nota con la que advertía a los eclesiásticos receptores de sus cuestionarios: “…Procurarán los señores…formar unas especies de mapas o planos de sus respectivos territorios de dos o tres leguas en contorno de su pueblo,…, que aunque no estén hechos como de mano de un profesor, nos contentamos con sólo una idea o borrón del terreno; porque los arreglaremos dándoles la última mano”. Mención aparte merece la inadecuada representación del relieve usando el procedimiento milenario de los perfiles abatidos, quedando por tanto ocultos todos los detalles planimétricos que se localizasen bajo la montaña en cuestión.
Al hacer los mapas granadinos también se apoyó Tomás López en otras representaciones previas, entre las que sobresale el llamado Mapa de los Jesuitas, cuya denominación obedece al hecho de haber sido confeccionado por dos profesores del prestigioso Colegio Imperial de Madrid: Carlos Martínez (1710-1774) y Claudio de la Vega y Terán (1680-1748). El Mapa cubre la práctica totalidad de la España peninsular (falta la región del N. W.) y se dedicó al rey Felipe V, siendo su exactitud la mayor lograda hasta entonces. Se conserva en la Biblioteca Nacional, aunque su verdadero propietario sea la Real Sociedad Geográfica, y es la primera representación global de la península en la que se apuesta por un nuevo método para simbolizar el relieve, logrando una sorprendente plasticidad mediante el empleo de un sombreado con dos colores: siena y verde. El mapa debe de considerarse topográfico, a tenor de lo que los propios autores indican en la cartela del mismo “Exposición de las operaciones geométricas hechas por orden del rey N. S. Felipe V en todas las Audiencias Reales situadas entre los límites de Francia y Portugal, para acertar a formar un mapa exacto y circunstancial de toda España”. Los levantamientos tuvieron que ser efectuados entre los años 1739 y 1743, contando con el beneplácito del marqués de la Ensenada.
El mapa está dividido en 36 hojas de 35 cm por 37cm, lo que da lugar a un formato monumental de 2.2 m por 2.3m, su escala gráfica equivale a una numérica aproximada de 1/ 440000. Esta obra de los jesuitas, considerada por Marcel como “Une carte infiniment précieuse”, es el primer mapa topográfico del reino de Granada cuya formación contó con el soporte de algunas observaciones astronómicas realizadas in situ. A pesar de la afirmación tan contundente del cartógrafo francés, el mapa está todavía a la espera de que se haga un estudio pormenorizado del mismo. No obstante, se puede asegurar que la información geográfica en él representada es bastante aceptable aunque también sea cierto el hecho de que contenga errores importantes en lo que se refiere al relieve, unas carencias que prueban la discontinuidad de las observaciones de campo. Llama poderosamente la atención el que los perfiles abatidos correspondientes a Sierra Nevada tenga menor entidad que los de otras comarcas tan próximas como Almería, Baza, Guadix o Huescar. La red hidrográfica representada está bien delineada aunque no se identifiquen la mayoría de sus componentes que discurren por la actual provincia de Granada.
En cuanto a la planimetría, es probablemente la parte más conseguida ya que se sitúan la mayoría de los enclaves urbanos, empleando como signo convencional el alzado de una o varias torres coronadas por una cruz. Las poblaciones de mayor importancia aparecen dentro de un perímetro amurallado que encierra grupos de manzanas convenientemente separadas, ese es el caso de Granada y el de otras de su reino: Almería, Fuengirola, Loja, Málaga, Marbella y Purchena. Las vías de comunicación de la época no podían quedar sin imagen, la red de caminos que figura en el mapa lo hacen especialmente interesante para entender mejor la vertebración de la sociedad en la primera mitad del siglo XVIII. Asimismo son dignos de mención los dibujos de algunas masas arbóreas que le dan al mapa un cierto carácter temático.
La toponimia cubre la totalidad del mapa y se jerarquiza para resaltar la importancia de los detalles representados, tanto altimétricos como planimétricos. La ortografía de los diferentes rótulos presenta incorrecciones de importancia menor que no ensombrecen la calidad del conjunto, empleándose indistintamente la itálica y la romanilla en color negro. Todas las imágenes de los núcleos urbanos aparecen en color carmín, al igual que los caminos que los unen. Las zonas por las que discurren los arroyos van en verde, simbolizando así los posibles cultivos de regadío. El color azul fue otro de los empleados por los dos jesuitas, en este caso como aguada paralela y en contacto con el litoral. El fondo del mapa es de color siena claro, el cual contrasta muy bien con el gris empleado en el sombreado producido por un foco imaginario situado al noroeste; el resultado produce un efecto comparable al que se ofrece en algunas representaciones de hoy día. El mapa tiene en definitiva un colorido tan equilibrado como variado, incidiendo positivamente sobre la estética global de la imagen; una imagen poco conocida, aún para la mayor parte de los especialistas, por no haberse publicado hasta la fecha.

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