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martes, septiembre 08, 2009

Montejícar sale del armario

Montejícar sale del armario
Carolina y Miriam son la primera pareja gay que contrae matrimonio en un municipio de los Montes Orientales
L. MARTÍ
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Montejícar sale del armario
La alcaldesa lee los votos ante Carolina, Miriam y los padres de la pareja. / V. G.
«Qué mejor sitio que en mi casa, en mi pueblo», afirma Carolina
Carolina, nacida y criada en Montejícar, no quería que su gran día fuera en cualquier sitio. Su deseo era claro: «Qué mejor lugar que en mi casa, en mi pueblo, en mi Ayuntamiento», afirma. El sábado se celebró la primera boda gay en el Consistorio de la localidad. Miriam, de Guipúzcoa, y Carolina sellaron su matrimonio ante la alcaldesa del PSOE, Remedios Moraleda. Montejícar, un pueblo tradicional de 2.500 habitantes cuyo principal sector productivo es la agricultura, vivió el sábado pasado el primer enlace entre dos mujeres en los Montes Orientales de Granada.
«Fue muy emotivo, sin duda el momento más especial que he presenciado en mis dos años de alcaldía», asegura Moraleda. La alcaldesa mostró su admiración por la valentía de estas dos jóvenes, que decidieron legalizar su relación «en un pueblo tan tradicional y conservador como el nuestro».
Mediante un «quedan unidas en matrimonio», Carolina, vigilante de seguridad y Miriam, antropóloga que imparte clases sobre sexualidad a mujeres de etnia gitana en un pueblo cercano, sellaron su unión civil ante sus familiares. Los testigos: el padre de Miriam y la madre de Carolina. Al salir del enlace se toparon con la plaza de la Constitución, la principal del pueblo, a rebosar. «Parecía como si fueran las fiestas de Montejícar», comentó la alcaldesa. En el pueblo hubo doble sesión, una civil, en el Ayuntamiento y otra en la parroquia de San Andrés, en este caso entre un hombre y una mujer.
La pareja se conoció hace tres años, cuando compartían piso de estudiantes en Granada. Eran simples compañeras, hasta que saltó la chispa. «Se encendió la mecha, yo ni siquiera tenía claras mis orientaciones sexuales», explica Carolina, de 25 años. «Puede decirse que salí del armario con ella, o más bien que me sacó», comenta entre risas.
Aunque hasta la fecha no se han producido más enlaces entre homosexuales, los habitantes de Montejícar está empezando a hacerse a la idea de que hay otras tendencias sexuales, y que es necesario aprender a convivir con ellas. «En el pueblo había ya una pareja de hombres y otra de mujeres, que no se ha formalizado, pero que ahí está», asegura Miriam, que presentó su tesis doctoral el día antes de su boda. Las decisiones importantes se le acumulan a esta guipuzcoana.
«Todo el pueblo sabía que éramos pareja», afirma Carolina, quien explica que ha sido la primera de sus hermanos en contraer matrimonio. Su padre es agricultor ya jubilado, tradicional, con ideas difíciles de cambiar. «Mi madre fue quien me arrancó el 'soy lesbiana'». Explicar a la familia la situación fue difícil, asegura, pero pronto «se olvidaron del qué dirán y lo cambiaron por «que seáis felices».
Invitados extra
A la celebración acudieron cinco vecinos inesperados, que no inoportunos. Un grupo de ancianos se coló en el restaurante donde se organizó el banquete, movidos quizá por la curiosidad de presenciar una boda insólita por estos parajes. Tuvieron ocasión de echar un vistazo, pero a la hora de la comida fueron invitados a salir.
Carolina, con un traje de chaqueta y pantalón blancos y Miriam, con un traje de gala azul oscuro, prefirieron celebrar la boda en la intimidad. Sólo los familiares, los padres y hermanos de Miriam y los más allegados de Carolina. No querían multitudes. Los padres de la pareja se conocieron el mismo día de la unión. Los casi mil kilómetros fue mucha distancia para los familiares, que no para Miriam y Carolina, que se plantean cambiar de aires e irse a vivir al País Vasco.
«El pueblo ha vivido estos días con expectación, pero también con normalidad», afirma la alcaldesa del pueblo. María José Domingo, una vecina, lo tiene claro: «El amor entre dos personas es suficiente, y da igual que sean dos mujeres». Los tiempos cambian.

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